por Juan Carlos Maimone
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas avalado por el voto unánime de sus quince miembros, ha impuesto una batería de sanciones destinadas al dictador Muamar Gadafi, cinco de sus hijos y una decena de altos cargos del gobierno de Trípoli, medidas tendientes a contener la sangrienta represión orquestada por el régimen de Libia.
Las acciones punitivas de la comunidad internacional adoptadas tras complicadas deliberaciones y con la renuencia de los de siempre (como China, la India o Rusia), se concentran en un bloqueo de multimillonarios bienes e intereses económicos, la prohibición de viajar al extranjero, más allá del embargo al traslado de armas o mercenarios.
Aunque quizá por inusual, la decisión más llamativa del Consejo de Seguridad ha sido solicitar la apertura de un proceso por crímenes contra la humanidad ante el Tribunal Penal Internacional.
Pero eso no es todo; a las múltiples sanciones unilaterales y colectivas impuestas en los últimos días contra el régimen del dictador libio, el Presidente norteamericano (que no se quiere perder el protagonismo) y sus aliados, parecen dispuestos a incrementar todavía más la presión internacional creando una zona de exclusión aérea sobre el país africano. Esta medida está destinada a impedir el uso de aviones y helicópteros militares por parte del régimen de Gadafi.
Por qué hoy y no antes…? Pregunta que me asalta desde la misma salida de Hosni Mubarak de Egipto, quien después de más de tres décadas en el poder y cuando finalmente decide retirarse definitivamente, aparecen los revolucionarios, los amantes de la libertad… A días de su salida sin retorno…?
Ahora Gadafi. Un individuo que históricamente utilizó el aplastamiento periódico de complots conspiratorios a través de la eliminación indiscriminada de disidentes. Compadreó con los soviéticos a través de su respaldo a movimientos revolucionarios marxistas y hasta jugó a líder terrorista (aunque sin el glamour de Osama Bin Laden) atacando si excusas a un avión norteamericano repleto de civiles, pero entonces a nadie se le movió un pelo y de repente: Oh! Abajo el dictador… Pero si desde que Ronald Reagan le enseño la lección de su vida, el libio se había convertido en el loco más tranquilo y silencioso del Islamismo.
No me sobresaltan mucho las ideas emanadas por la escoria política latinoamericana, ni tampoco la encendida defensa del "Gorila Rojo" de Venezuela; lo que realmente me intranquiliza es pensar en que hay detrás de todo esto, movido desde el anonimato por líderes invisibles. Si después de todo, estos países no tienen solución. O están en manos de dictadores (ya sea del ejército como civiles) o caen en manos del integrismo islámico o tranquilamente se dividen en tribus y guerrean los unos contra los otros sin que a nadie le importe la cantidad de muertos. O alguien realmente cree que con la caída de Mubarak o la probable salida de Gadaffi el mundo árabe tomará por el sendero del diálogo o la diplomacia…? Nada tan utópico como improbable…
Quién es Gadafi…?. Nacido en una Jaima del desierto cerca de Sirte, en 1942, Muamar Gadafi es un talento natural para la acción y la puesta en escena.
Después de su paso por un colegio militar organizó con maestría un golpe con otros oficiales para derrocar al rey Idris, y sin haber cumplido los 28 años se había constituido en nuevo líder del país.
La revolución tenía una estrella, pero necesitaba un ideario. Así nació en 1973 el “Libro Verde” de Gadafi, un barullo de tendencias socialistas con aromas a Nasser o Perón - sus inspiradores - defensores del islamismo el primero y del nacionalismo el otro.
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