Casi como un ruego, como una deuda pendiente que nos impide el sueño, nace un deseo profundo y sincero, destinado de alguna manera a llamar a la reflexión a los periodistas hispanos en los Estados Unidos que tienen nuevamente la sagrada responsabilidad de representarnos. Que por una vez lo hagan hidalgamente, sin el decadente y caprichoso manoseo de la información partidista que sólo redunda en el antipático fanatismo.
Ante la disputa de la Copa América, uno de los eventos más trascendentales de la historia del deporte todo, nos vuelve a convocar el compromiso de asumir el difícil papel de transmitirla masivamente para el país más importante del Continente.
Una marea humana dejará voluntariamente su individualidad de siempre para convertirse en apasionado masivo. Ningún reclamo, ni guerra, ni huelga de hambre, ni despechado partidario podrá interrumpir este gran teatro colectivo de convocatoria inusitada.
Por unos días el símbolo instrumental que nos delatará será un balón y éste pasará a ser más importante que el recalentamiento global o el protocolo de Kyoto.
Entonces, entendámoslo bien; hay dos maneras conocidas de hacer las cosas: Mal y bien. Y los hispanos parlantes no escapamos a esta sentencia, mucho menos la prensa…
Unidos seremos más, aunque sea por un rato... Después volveremos a pelearnos y a conspirar; a ser oficialistas u opositores, ser demócratas o republicanos. A ser vecinos y militantes, consumidores o ayunantes.
No comments:
Post a Comment