Tuesday, September 27, 2011

SEPTIEMBRE 11


Un Repaso por los Medios
(sólo para pensantes)
por Juan Carlos Maimone

Cuando uno repasa la crónica internacional, traída de la mano por individuos tan carentes de sentido, como de conocimiento o profesionalismo, no puede menos que sentirse sorprendido de ver y pensar donde ha caído la ética periodística.

Aunque no es solamente la profesión la que desciende a niveles realmente alarmantes; también hay seres humanos – si es que así se les puede denominar – que absorbidos por vetustos complejos personales, antiguos de fracasos y antiguos de tiempo, enarbolan la caprichosa pretensión de querer ser distintos, ir contra la corriente, aunque en su intimidad reconozcan, la austeridad de criterios que los domina.

Y ese desandar donde la bajeza causa estragos, crece y se establece insulsa la prensa amarillista, producto hegemónico de la dinamización del facilismo.

Dentro de este contexto, se tejen y manejan las mil y una historia con respecto al atentado a las torres gemelas, ya sea editando videos, como trucando fotografías, dando lugar a una cantidad enorme de historias utópicas, cimentadas todas en la mediocridad que proponen plumas muy livianas con receptores similares como destinatarios.

Tanto la ausencia de investigación, como en el caprichismo tendencioso, coronan y avalan de manera determinante, este consumismo macabro, solamente concebido en países donde la corrupción es algo cotidiano, al punto de que se ha instalado como un medio de vida y coexistencia.

Los que vivimos en una democracia real, los que trabajamos honradamente, los que crecimos bajo el respeto y el amparo inapelable de la justicia, no podemos menos que sentirnos abochornados al pensar  que en otras latitudes puedan existir pensantes (?) que acepten tales farsas como teoría o lo que es peor, que las publiquen con la vana y única pretensión de desestabilizar al líder, sin detenerse a meditar por un instante, qué puede llegar a ser de ellos si algún día eso ocurriese…

Sunday, September 11, 2011

SEPTIEMBRE11 2001

Estados Unidos y la 
Diferencia Conceptual 
de sus Presidentes...

por John Martin

No hay dudas que llegar a Nueva York personifica literalmente entrar en la capital del mundo y sólo los que han tenido esta experiencia, pueden interpretar esta aseveración. La ciudad del futuro, pero que de ninguna manera puede evitar su pasado, para convertirse en el tiempo en un verdadero crisol de razas, culturas y costumbres.

Dentro de su majestuosidad inapelable, la estatua de la libertad se constituyó en el tiempo como la cita inexorable para los románticos que arribaban a la Gran Manzana. En la misma medida, las torres del World Trade Center significaban la entrada definitiva al futuro incuestionable y aquellos que alguna vez vivieron la experiencia de visitarlas, pudieron constatar su verdadero significado.

220 pisos totalizaban esta suerte de ciudad dentro de la ciudad, corazón incuestionable del planeta.

No obstante; estos atributos jamás cuestionados, las convirtieron naturalmente en el blanco más perseguido del mundo del rezagado, del mundo del fanatismo, del mundo de aquellos que eligieron vivir en el epicentro de la envidia y el celo irracional en vez del de aprender y sumar. Entonces para nadie era un secreto que pudieran ser blanco de un atentado por parte de quienes nacieron, crecieron y se educaron en el marco de la sub-normalidad.

Claro que para que un hecho de esta naturaleza ocurra, tiene que existir como instancia primaria, el marco propicio y esto aconteció en las primeras horas de la tarde del 26 de febrero de 1993, cuando bajo la administración del Presidente Clinton, se produjo el primer atentado.

 
Por entonces, una camioneta cargada de explosivos, entró libremente en los garajes subterráneos de uno  los edificios, produciendo cuantiosos daños materiales. Pero más allá de la infamia, el hecho constituía un aviso incuestionable y de significancia insoslayable para las autoridades de entonces.

Pero cómo podía llevarse a cabo un atentado de esta naturaleza sin prevención alguna en el mismo lugar de residencia de la policía, del FBI y de varios servicios de la inteligencia norteamericana…?. El contexto en general lo consentía…

Durante la presidencia de William J. Clinton (como ocurrió con la administración de Jimmy Carter o la de John F. Kennedy) la inteligencia a cargo de la Seguridad del Estado, fue sistemáticamente desmantelada por razones presupuestarias y sus fondos desviados hacia otros fines más pacíficos. Y no es de ninguna manera cuestionable o que el cambio de destino pueda resultar impertinente; aunque estos mandatarios debieron – y deberán – entender, que el líder siempre está en la mira de los “perdedores”, de los envidiosos o de los fanáticos y naturalmente, EE.UU, nunca es la excepción, por el contrario, el coloso del Norte fue en todo caso el objetivo de  preferencia de los vándalos y con Presidentes pacifistas o sin capacidad de reacción, se convierte en  un atractivo insoslayable.


 La diferencia de conceptos de los Presidentes norteamericanos y sus ascendentes, remarcan que de haber existido un precedente incuestionable contra los agresores en 1993, septiembre 11, no hubiera existido…

Cuando George W. Bush inauguró su presidencia, tal era la situación de debilidad operativa. La seguridad de los puertos y aeropuertos en manos de dudosas empresas privadas de seguridad, los servicios de inteligencia y prevención, diezmados o con gente de mínimo nivel en sus estrados y la cabeza de las fuerzas armadas, sin el liderazgo o el poder de determinación pertinente que demanda el ejército más poderoso del planeta.

Todo hubo de ser re proyectado por la nueva administración, Pero para tomar conciencia de lo que esto significa en un país de esta envergadura y con las responsabilidades implícitas, poner en manos del gobierno federal la seguridad de los puertos y aeropuertos solamente, demandó la incorporación, entrenamiento y puesta en funcionamiento de casi 2 millones de hombres.

Pero quedaba la mayor cuenta pendiente: Sentar un precedente axiomático, demostrarle a estos casi-estados del submundo, que EE.UU está en condiciones de taparles el sol con su fuerza aérea, de poblar sus playas con sus “Marines” y de colgar del árbol más alto al que vuelva a tener este tipo de ocurrencias contra su geografía o sus ciudadanos.


 Hoy al cumplirse una década del atentado contra las torres gemelas, entre la paranoia y la eficiencia, la ciudad de Nueva York y el país entero busca la manera de preservar a sus habitantes. La vigilancia no es sólo en edificios públicos - los alrededores de la Casa Blanca y el Pentágono son vigilados por miles de ojos- pero también los edificios privados, los parques y las playas. En todo caso y en todo lugar se adoptaron las medidas más pertinentes y nada está librado al azar o al alcance del fanatismo de cualquier estado, secta, raza o religión.

Otro septiembre 11 no es imposible porque nadie es invencible sobre la faz de la tierra, pero con las evidencias y antecedentes a la vista, quien lo intente deberá enfrentar las consecuencias. De este lado de las fronteras, la lección ha sido dolorosamente aprendida, pero jamás olvidada…

Friday, September 9, 2011

SEPTIEMBRE 11



por Juan Carlos Maimone

El tiempo mantiene su marcha inexorable, pero las heridas parecen negarse a cicatrizar, más aún mirando desde el otro lado de Hudson River, algo enorme falta en ese horizonte de concreto que propone Manhattan. Sin dudas que la desaparición de las torres cambiaron para siempre el paisaje…

Sin embargo, el recuerdo permanece intacto, inalterable. Lo que alguna vez fue símbolo de crecimiento, tecnología o poder, hoy queda allá abajo hundido y desdibujado en una mueca gris que sólo identifican algunos reflectores.

Casi 4 mil vidas inocentes, que profesaban 80 religiones y provenían de 56 países fueron sesgadas por esos vericuetos indescifrables del fanatismo, del desparpajo de un puñado de delirantes, con creencias tan pretéritas como obsoletas y con ideas tan precarias como absurdas.

Pero si un error garrafal cometieron estos itinerantes del terror, fue soslayar la capacidad de reacción de la administración del entonces Presidente Bush y del apoyo masivo de su pueblo, tocado en lo más profundo de su reconocido nacionalismo.

La ralentización de la decisión bélica contra Irak, ilustra también la capacidad de la administración para absorber los mensajes de la opinión pública dentro y fuera de sus fronteras. Para ello, debió esperar por el diagnóstico que la legalidad internacional requiere ante cualquier acción bélica y contar con el consenso de sus aliados tradicionales tanto de la ONU como de la OTAN.

En este sentido, el alargamiento de los tiempos previstos para la labor de los inspectores comandados por Hans Blix resultaría una pieza de convicción que las sociedades occidentales necesitaban para sentirse atendidas en su clamor contra el terrorismo, convirtiendo a la guerra en una opción extrema, última, pero a la vez inevitable.

No obstante, muy pocos entendieron el mensaje del mandatario norteamericano después de consumado el atentado o simplemente fue caprichosamente omitido por la prensa cómplice y errática del Continente, dando lugar a las más disparatadas teorías de los “opinólogos” de siempre, sostén incomparable de la duda y la sisaña.

El hecho indudable de que las organizaciones de la izquierda ideológica hayan dinamizado estas manifestaciones o tratado de rentabilizarlas en favor de sus mezquinos propósitos, constituye una circunstancia relevante pero secundaria, que de ninguna manera empañó ni empañará la sinceridad ética del entonces Presidente y como transmitió a sus ciudadanos los planes más inmediatos.

Revisemos la historia y ayudemos la memoria; para muchos, un elemento tan liviano y muy fácil de perder.

Consumado el atentado y mientras se esperaban informes de la ONU, el discurso del Presidente fue claro, conciso y sin el más mínimo lugar a dudas u objeciones. En ningún momento o medio respaldó su decisión o plan de represalia por la presencia de “Armas de Destrucción Masiva”. Es más, el informe Blix apareció bastante tiempo después, cuando la determinación del entonces Comandante en Jefe con el apoyo absoluto del Congreso (menos una objeción) era irreversible y así lo informó a los norteamericanos…


“La guerra es un mal apocalíptico que destruye objetivos singulares como vidas humanas. Por eso, nuestra posición trascendente, más allá de creencias religiosas o ideológicas, rechaza el enfrentamiento armado de forma íntima y radical, más aún si pensamos que el mundo en su evolución tendría que haber encontrado ya los caminos que solventasen el problema de la seguridad colectiva sin que fuesen necesarias intervenciones armadas, que en todo caso redundan en el derramamiento de sangre. No obstante, hoy el pueblo norteamericano comenzará a sentar un precedente para que actos de esta naturaleza no vuelvan a repetirse jamás…”. Y vaya si cumplió; a diez años del hecho criminal que conmovió al mundo civilizado, a ningún país, estado, secta o grupo de fanáticos se le ocurriría planear o ser protagonista de otro atentado en territorio norteamericano.

Pero claro; en esta nueva corriente de mediocridad que alimenta al mundo de los “perdedores”, al líder hay que reprocharlo en vez de imitarlo, juzgarlo en vez de interpretarlo, criticarlo en vez de autocriticarse y en ese entorno delirante, se establecen las más diversas interpretaciones del auto atentado, del petróleo, de los beneficios de la guerra, versiones todas que guardan una estrecha relación con el ejemplo que proponen en esos países sus propios gobernantes.


Fronteras adentro, un día triste; más allá de ver como crece vetiginosamente el nuevo proyecto edilicio que remplazará a las torres, nada ni nadie borrará aquel episodio oscuro por el que pagaron su precio tantos inocentes, aquellos que alguna vez vieron la luz o simplemente llegaron a estas tierras llenos de sueños para vivir en el país más poderoso de la tierra.

May God Bless America…