LA MUERTE DE CHAVEZ
Y la mentira como
escudo…
por Juan Carlos Maimone
Como suele ocurrir con reiteración ancestral, la
muerte de Hugo Chavez se vio rodeada de misterios y mentiras al mejor estilo de
la tristemente célebre “Cortina de Hierro”.
El hecho no es ni obedece a un acto que celebre
precisamente la creatividad, mucho menos a un evento que exalte la credibilidad.
Por el contrario; desde la extinta Unión Soviética a la desfalleciente Cuba de
hoy, los elementos utilizados por los fieles seguidores cercanos al exánime
mandatario “bolivariano”, fueron instaurados desde siempre bajo el signo del
misterio manipulador que influyó e influye en sus seguidores basado en los
intereses más mezquinos.
La enfermedad terminal de un presidente, no debe ni puede
ser motivo de ocultamiento ni de incógnitas. Es simplemente un hecho
desgraciado; el que debe ponerse en conocimiento de un pueblo que después de
todo lo votó, adquiriendo de esa manera el derecho inapelable a la verdad.
Sin embargo; la recta final de la enfermedad de Hugo
Chávez fue una historia jalonada de mentiras oficiales, tendientes a disimular
que Chávez estaba incapacitado para actuar como Presidente desde el lecho de la
enfermedad - completamente contradictorio con su capacidad para juramentar el
cargo – y que generó situaciones esperpénticas. La foto de Chávez con sus hijas
leyendo el periódico cubano Granma (14 de febrero) como la reproducción de
firmas de facultativos cercanos al lecho del mandatario venezolano son
simplemente algunos de las pantomimas que cercaron el tema.
Ratifica lo expuesto, la fotografía con sus hijas –
especialmente la tomada con María Gabriela – que corresponde a su primera
intervención quirúrgica, ya que allí no parece la corrección de la nariz que
sufriera luego de una cirugía plástica llevada a cabo en noviembre del 2012. La
otra, es que cualquier grafólogo sabe, que nunca una firma lleva los mismos
trazos, prueba inapelable de que las plasmadas por los facultativos, fueron
calcadas de otras anteriores.
En otras palabras; si el propósito era dar una fe de
vida, el Gobierno debía haber facilitado cosas más creíbles, como un vídeo.
Además, si su estado de salud era el que las fotos pretendían indicar, nada
impedía que cuando tres días después llegó a Venezuela hubiera aparecido unos
instantes ante las cámaras, algo que además, a Chávez le fascinaba.
Que Chávez murió en Cuba…? No estaría fuera de
sintonía, ni revertiría el desenlace. La frecuencia ideológica y personal que
unía a Fidel Castro y Hugo Chávez era tal, que el líder bolivariano prefirió un
quirófano cubano frente a una opción en su propio país o la abierta por Rusia o
la brasileña. Al mismo tiempo, se aseguraba de que la gravedad de su enfermedad
se guardaba como un secreto de Estado. Simplemente porque para estos
gobernantes, nada es posible con la verdad como estandarte. Después de todo, Chávez
no fue más que Perón o Reagan, no obstante sus decesos fueron conocidos tal
cual acontecieron, sin mentiras ni misterios.
Pero de esta manera – no de cualquier manera - los
Castro se aseguraron antes de que muriera Chávez de que el heredero designado
fuera el Vicepresidente Nicolás Maduro frente a su rival en el chavismo y Presidente
de la Asamblea Nacional como lo marca la Constitución Venezolana Diosdado
Cabello, un nacionalista menos predispuesto a regalar la riqueza petrolera y
que a pesar de los hechos, jamás puso un pie en la seuda “Isla del Encanto”.
Lo que se viene, es una incógnita a develar sólo por
el paso de tiempo. Más allá de los titulares estelares en las portadas de los
periódicos del Primer Mundo, donde poco importa su desaparición, más bien sirvieron
para ocupar el espacio ocioso ante la falta de noticias relevantes.
Latinoamérica es otra película; porque allí Chávez - como
muchos de los actuales presidentes de la región - usó el aparato estatal o el
dinero público indiscriminadamente para imponerse a todo y a todos y los dirigentes
aliados no hay dudas que han aprendido de él, han aprendido que el apoderarse
del Estado es la única máquina que construye poder.
Lo demás; los niveles de inflación, que cada vez haya
más pobres, que los pueblos hayan llegado a la división más absoluta con odios
irreconciliables, que los coeficientes de muertos por la inseguridad alcancen
niveles históricos o el revanchismo insatisfecho, eso no importa, lo que
importa es el poder, aunque sea revolcándose en él...
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