Saturday, October 16, 2010

ACTUALIDAD


Terrorismo, un pacto sangriento…
por Juan Carlos Maimone

En un mundo tan ambiguo como controversial, donde conviven graciosamente la más alta tecnología con ideas 
tan antiguas de fracasos como antiguas de tiempo, 
se debaten estados bañados en el lodo 
del ocultamiento de sus propias inoperancias... 

Aunque lo más grave es que - desde el mismo poder - ratifican pactos con las más sangrientas organizaciones terroristas, todo con un único y profano fin: Que estos segregados sociales no operen dentro de sus propios territorios a no ser por su mandato…

 
Ocurrió durante décadas en Méjico, anfitrión histórico de extremistas de todo el mundo, para salvaguardar una de las dictaduras sociales más empecinadas de Latinoamérica, hasta que se produce el distanciamiento con los intereses de algunos y allí se convierte en el país más sangriento e inseguro del Continente.



Ocurre en Argentina, donde los “tira bombas” abastecen de protección al estado desde los apoltronados escritorios de ministerios y embajadas, convirtiendo el fracaso en una virtud, la haraganería en un derecho y la intimidación en un trámite permitido. 




Ocurre en Venezuela, donde precisamente un “golpista”, hoy presidente, lo primero que hizo fue armar y darle poder todos los que pueden defender una forma de gobierno, que ha sumido a uno de los países más ricos del hemisferio, en uno de los más pobres e inseguros.




Todos ellos tomados de la mano con discursos que transpiran el desgastado “espíritu de los pueblos” animando una inexistente reivindicación nacionalista agraviada en el tiempo hasta llegar a los “piqueteros” o a las republiquetas “bolivarianas”.

 



Colombia, que con un mandatario firme  y sin titubeos se plantó de cara a sus vecinos que dieron y dan asilo a los terroristas bajo el paraguas de un absurdo y romántico nombre de guerrilleros, sufre la discriminación del resto de los presidentes de cartón.

Pero de nada sirven estas insustanciales historietas; el mundo lo siguen manejando los pensantes y estos - o los que persistimos a su zaga - sabemos de memoria que los terroristas son simplemente eso y hacen honor a lo que son con fronteras u océanos de por medio. No hay más ciego que quien no quiere ver, ni más víctimas que los inocentes que estos producen, aunque jamás representarán a las verdaderas masas silentes que día a día acuden a sus respectivos trabajos y universidades para que los países sigan existiendo…


Lo único triste, es que detrás de este titiritezco panorama continental – y porque no mundial - los periodistas, supuestos testigos de la actualidad, no se conduzcan con algún grado de urbanidad. Por el contrario, asumen la defensa de unos intereses bastardos escondiéndose bajo el paraguas de la solidaridad y haciendo de nuestra conducta profesional algo totalmente improcedente de seres civilizados. Los informadores, reales o presuntos, acudimos al escenario de los acontecimientos para participar de la noticia y relatar la realidad, no para ladrar como una auténtica jauría. Jamás ninguno de estos "magnates" de la pluma, ha producido un editorial que reproduzca el país o la región que haya florecido o surgido de la mediocrida y la pobreza con las plataformas políticas que ellos defienden.

No desisto de mi condición de periodista; pero confieso, a veces me sonrojo de ella, por eso me siento más cómodo viajando en una humilde columna pero mía, que descansando en pomposas editoriales “de otros”…

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