ENTRE la ESTUPIDEZ y la BARBARIE
por Juan Carlos Maimone
No es menester aclarar, que dentro de la conflictiva y casi siempre inexplicable política exterior del controversial Hugo Chavez, existe una amistad innegable con su homólogo de Libia Muammar Gadafi. Es decir; una suerte de sociedad contra todo lo racional o que tenga que ver con occidente.
Dentro de esa melange donde se revuelcan insulsas la estupidez y la barbarie, encontraremos a tipejos de su talante, como los mandatarios de Irán, Siria, Bielorrusia, a quienes en todo caso, el mandatario venezolano no duda en brindar públicamente su apoyo.
Casi siempre expresado en el lenguaje callejero que lo caracteriza y del que hace uso permanente, en el desmedido afán de llegar y ser entendido por su lacra de seguidores y aduladores.
Dentro de este manoseado deseo de irrumpir en la hegemonía del Primer Mundo, se declara defensor del poder de autodeterminación política y de un humanismo tan vacío como delirante; sobre todo, si tenemos en cuenta la más absoluta ausencia de estos valores por aquellas latitudes y la híper-cuestionable política que en materia de derechos humanos ha impuesto el seudo bolivariano sobre el pueblo y la prensa venezolana.
En esto de tratar de mostrar una "Venezuela Resistente", el amigo de Muammar Gadafi, Bashar Al-Assad y Alexander Lukashensko, no ha logrado otra cosa que convertirse en el hazme reír de cualquier pensante, sobre todo cuando afirma que "La civilización árabe y nuestra civilización (por América Latina) se convocan en este nuevo siglo para jugar el papel fundamental de liberar el mundo, salvar al mundo del imperialismo y la hegemonía capitalista que amenazan a los seres de la especie humana..."
Las declaraciones hechas siempre a los gritos, muestran un aire general de bonhomía y el desafío occidental entre los jefes de estas naciones, donde todos sin excepción tienen un cuestionable historial en situaciones irrefutables de derechos humanos.
Lo cierto es que tanto Chavez como Gadafi ,han hecho de la crítica hacia los países desarrollados algo cotidiano con Washington a la cabeza, al que ambos definen como “imperialista e intervencionista”.
Si bien estas críticas a menudo son mal recibidas por la comunidad internacional, los objetivos de sus comentarios - como es natural - no son tomados en serio o más allá del reproche, lo mismo cuando se trata de apoyar a las naciones extranjeras con pobres historiales y que utilizan cada vez más, para tratar de acallar por lo menos en alguna medida de atemperar, los gritos de su propio territorio...
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