por Juan Carlos Maimone
La visión incomparable de
Ronald Reagan
y la devoción por la paz
de Mikhail Gorvachev
cambiaron definitivamente
la historia de la humanidad...
Hace más de diez años, frente a la Puerta de Brandemburgo, Ronald Reagan dijo: ‘‘Secretario General Gorbachov, si usted realmente busca la paz, la prosperidad de la Unión Soviética y del Este de Europa, si busca la liberalización: ¡Venga aquí! ¡Abra esta puerta! ¡Derribe este muro!’’
No pasó mucho tiempo antes de que el muro de Berlín fuera derribado y uno de los imperios más formidables en la historia del mundo colapsara tan rápidamente que, según palabras de los más encumbrados soviéticos de entonces ‘‘no tuvieron tiempo ni para sorprenderse".
En Rusia se conmemoró discretamente el vigésimo aniversario del comienzo de un intento golpista que respaldado por una política exterior norteamericana como ninguna, derivó en la desintegración de la Unión Soviética. Apenas cien personas se reunieron frente al Parlamento, el lugar donde decenas de miles se congregaron en 1991.
En los Estados Unidos, ni eso. La prensa liviana de pluma y de memoria, olvidó caprichosamente el hecho que cambió en forma definitiva la historia de la humanidad, suprimiendo no sólo un legado para nuestros jóvenes, si no que además endulzando a la opinión pública internacional, que aún considera al Ronald Reagan como un actor de segunda clase (!).
Con la desintegración de la Unión Soviética, concluyó el experimento político y social más ambicioso de la era moderna. El mayor drama del siglo XX: El conflicto entre el Occidente libre y el Este totalitario,concluyó con el fracaso de este último y que bien pudo haber terminado en una guerra nuclear. Este evento insoslayable que probablemente sea el suceso histórico más importante de nuestras vidas, se le debe a un hombre y su visión política inapelable: Ronald W. Reagan, el mejor mandatario de la historia de la Unión Americana...
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